jueves, 3 de marzo de 2016

Comentarios Generación del 27

COMENTARIOS DE TEXTO DE LA GENERACIÓN DEL 27

  1. CANCIÓN 8, DE RAFAEL ALBERTI
1.- LOCALIZACIÓN
Se trata de un texto literario de género lírico, titulado “Canción 8” de la obra Baladas y canciones del Paraná (1953-1954) de Rafael Alberti, poeta andaluz de la Generación del 27. Este libro pertenece a la etapa del exilio, posterior a la Guerra Civil Española y en él expresa el recuerdo de su patria y de su tierra natal así como la añoranza de los bienes perdidos. Existe, entonces, un importante componente autobiográfico en estos poemas del exilio, ya que realmente supuso una circunstancia dolorosa, difícilmente superable si no es a través de cauces de expresión como la literatura.
Sabemos que Alberti expresó varias veces la experiencia del desarraigo y de la añoranza de su tierra natal. En primer lugar en su libro Marinero en tierra (1924) en el que expresa el dolor de verse obligado a dejar el Puerto de Santa María y el paraíso perdido del mar de su infancia.
2.- TEMA: Recuerdo nostálgico de los lugares de la infancia.
3.- RESUMEN
El poeta observa dibujado en las nubes el mapa de España. Sobre la sombra proyectada del mapa el yo lírico imagina que cabalga por su mismísima patria y busca su casa y la fuente de la que manaba agua.
3.- ESTRUCTURA
4.- COMENTARIO LITERARIO
El río aludido en el v.3 es probablemente el río Paraná, un gran río argentino sobre el que el mapa reflejado (las nubes) se percibe como muy pequeño. Mediante paralelismo y antítesis, se contrapone la pequeñez del reflejo en el agua y la grandeza de la sombra, idea y sorpesa intensificadas por la exclamación.
Alberti se deja llevar por la evocación de su memoria y se imagina, a caballo, buscando a través de la sombra proyectada por el mapa sus bienes perdidos que son su pueblo y su casa: Se llenó de caballos / la sombra que proyectaba. / Yo, a caballo, por su sombra/ busqué mi pueblo y mi casa.
En esta estrofa y en la última, hay constantes repeticiones de conceptos, todos muy sencillos, al estilo de la intensa poesía tradicional que tan bien domina Alberti.
Llega a casa y encuentra un patio –de honda significación en la cultura andaluza- pero no halla la fuente, es decir, la esencia; para a continuación producirse el contrapunto significativo a través de la paradoja: aunque no estaba la fuente / la fuente siempre sonaba / Y el agua que no corría / volvió para darme agua. Es decir, en la memoria el agua seguía sonando, tenía una existencia autónoma y esa misma agua del recuerdo (el agua que no corría) le dio vida y fuerza en el presente para seguir adelante.
Los símbolos de los elementos del paisaje (nubes, caballos, patio, fuente, agua) sirven al poeta de elementos evocadores de otra realidad, de manera que sugieren imágenes y contenidos muy subjetivos en cada lector. Estos símbolos se fusionan con las imágenes oníricas para crear el mundo mágico del poema. En este caso, es tan grande el deseo de volver a pisar el lugar de la infancia, que el sueño parece hacerse realidad y la naturaleza se muestra comprensiva cuando el agua vuelve a fluir.



  1. ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ, de Miguel Hernández
1.- Localización: la “Elegía a Ramón Sijé” forma parte de una obra de carácter sentimental y amoroso, El rayo que no cesa, publicada en enero de 1936, en la que Miguel Hernández expresa en primera persona gramatical y lírica sus propias vivencias amorosas a través de la polimetría de versos y estrofas, entre las que predomina el soneto, dentro de una obra constituida por 29 poemas más una composición final.
2.- Tema: desesperación por la temprana muerte de un amigo muy querido y próximo.
3.- Estructura
- Externa: 15 tercetos endecasílabos con rima encadenada consonante, más un serventesio final.
- Interna:
  • Desde el verso 1 hasta el 18 trata del sufrimiento que causa en el yo del poeta la muerte de su amigo. Explica el dolor que le produce. Se caracteriza por el uso del tiempo verbal en presente.
  • Del verso 18 al 27 expresa la ira que siente hacia la muerte y la vida. Recurre al tiempo pasado.
  • Desde el verso 28 hasta el 45 describe su anhelo hacia el amigo que ha perdido y se imagina que resucita a través de la naturaleza. Tiempo futuro.
  • Desde el verso 46 hasta el 49 emplaza a su amigo para que regrese. A modo de conclusión manifiesta su íntima amistad y aprecio por el amigo perdido. En tiempo presente.
4.- Comentario:
Esta elegía es una de las más célebres de nuestra literatura porque logra transmitir el dolor con una factura formal perfecta. Es un verdadero lamento expresado con crudeza y autenticidad. El tono es intimista y especialmente iracundo, frustrado, anhelante, aunque de modo asombroso es ligeramente optimista al final.
El “yo” del poeta se aprecia en el predominio de verbos, pronombres y determinantes posesivos en primera persona del singular a lo largo del poema ("yo quiero ser llorando", "daré tu corazón", "mi dolor"). El “tú” lírico se pone de manifiesto con repetidas referencias al difunto, desde el título mismo y a lo largo del poema con verbos en segunda persona, pronombres y referencias relacionadas con él ("la tierra que ocupas y estercolas", "te ha derribado", "compañero del alma"). Son abundantes, pero no muy extensas, las referencias tanto a elementos naturales ("desalentadas amapolas", "tormenta de piedras, rayos y hachas", "altos andamios de las flores", "almendro de nata"), como a elementos abstractos ("muerte enamorada","vida desatenta", "alma colmenera"), y especialmente a la situación emocional del “yo” lírico ("me duele hasta el aliento", "no hay extensión más grande que mi herida"). Las descripciones son usadas principalmente para describir el dolor, la conmoción, el lamento, la furia o el "tú" lírico que representa Ramón Sijé.
El léxico empleado en el poema es eminentemente funesto, sobre todo en la primera mitad. De las familias léxicas que aparecen cabría destacar la del dolor y el llanto (doler, duele, dolor / lloro, llorando). Está también el campo semántico de la destrucción (manotazo, tormenta, herida, empujón brutal, hachazo), sin esta connotación negativa aparece el campo semántico de la naturaleza (flores, almendro, hortelano, tierra, huerto, higuera, rosas, abejas), y el del cuerpo humano (manos, dientes, dentelladas, calavera, alma, corazón).
Se detectan, entre las figuras estilísticas, metáforas ("manotazo duro", "golpe helado", "hachazo invisible", "empujón brutal" = muerte), hipérboles ("por doler me duele hasta el aliento", "siento más tu muerte que mi vida", siendo ésta última además una antítesis paradójica), hipérbatos ("llama a un campo de almendras espumosas / mi avariciosa voz de enamorado"), aliteraciones ("a las aladas almas de las rosas"), personificaciones ("tormenta sedienta de catástrofes y hambrienta").
  1. VIVIR EN LOS PRONOMBRES, de Pedro Salinas
Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes, 5
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre, 10
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú. 15
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia. 20
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo, 25
de la piedra, del mundo,
te diré:
Yo te quiero, soy yo”.

(Localización) El poema es uno de los más conocidos de Pedro Salinas y apareció publicado en su libro La voz a ti debida, de 1933. Se trata de un libro de la etapa romántica del poeta, en la que alcanza su madurez lírica junto con Razón de Amor (1936). El amor es el tema central de la mayoría de las composiciones, pero la mujer a la que van destinados los versos es una pura idealización, es una y todas las mujeres a la vez. El estilo y el lenguaje, como decimos, lo sitúan en el ámbito de la poesía pura del Novecentismo y las vanguardias del primer tercio de siglo XX.

(Tema) El amor que une a dos amantes en lo que tienen de únicos y auténticos, superando lo superficial.

(Estructura) La métrica es sencilla, con una estrofa y regularidad casi perfecta en sus versos heptasílabos; lo son todos menos dos: el verso 14 es trisílabo y el verso 27, tetrasílabo, y ambos están colocados en puntos claves del poema para introducir contenidos importantes. La rima es completamente libre.
En cuanto al contenido se distribuye en tres partes claramente:
  • Versos 1-4: el yo lírico declara como único territorio vital los pronombres.
  • Versos 5-15: se dirige al “tú”, la amada, a quien pide se despoje de todo, se convierta en esencia.
  • Versos 16-28: el “yo”, el poeta-amante, se despojará igualmente de todo hasta quedar reducido a pronombre para así, orgulloso, entregarse puro a la amada.

(Comentario) Los primeros cuatro versos introducen el tema principal. Los dos primeros niegan de manera rotunda la necesidad de cosas materiales para vivir y por tanto ser feliz (“islas, palacios, torres”). Por contraste, los dos siguientes proclaman lo único que realmente es necesario para vivir: “no hay alegría más alta/ que vivir en los pronombres”. Los versos van entre signos de exclamación para expresar de un modo exaltado su verdad. Es el ideal perseguido. Por otra parte, lo de “vivir en los pronombres” provoca extrañeza, curiosidad en el lector y resulta un poco como un juego. Luego, después de leer el poema, veremos que se refiere a “tú” y “yo”, a las dos personas que se aman. Así
pues, esta exclamación encierra ya la voluntad de vivir hacia dentro, hacia lo íntimo y auténtico.
La siguiente parte del poema (versos 5-15) continúa con una petición: “quítate ya los trajes, las señas, los retratos“. Es decir, despréndete de todo lo innecesario, pero que es inherente a la persona, como son las convenciones sociales, la personalidad o la imagen personal. Debe hacerse porque como se afirma en los versos 7-9 “yo no te quiero así” “hija siempre de algo” que aluden, de nuevo, a las circunstancias externas, la posición social, las costumbres o las modas. Al igual que sucedía en los versos de la introducción, primero se niega lo que provoca rechazo para a continuación afirmar lo que se desea: “Te quiero pura, libre, / irreductible: tú“. Los tres adjetivos que siguen al verbo querer son la clave de lo que busca el poeta. La quiere “pura”, no contaminada por los convencionalismos sociales, la acción del tiempo y la historia, también; “libre” es decir, dueña de sí misma y , por último, la quiere “irreductible”: en el doble significado de no poder reducirse más, de ser pura esencia y, a la vez, que resiste, que no se deja reducir o vencer por los demás. Estos tres adjetivos desembocan, como resumen, en el pronombre: “tú”. El pronombre representa, para el poeta, lo que una persona tiene de única e irreemplazable. Nuestra esencia es lo que nos distimgue de los demás, no las vestimentas; el enamorado sabrá encontrar lo que busca si persigue lo verdadero del tú.
Una vez identificado el objeto de deseo que es esa mujer única y pura, el poeta va a su encuentro y desea que responda a su llamada: “Sé que cuando te llame / entre todas las gentes / del mundo…”. El verso tetrasílabo, “del mundo”, es el puente que conduce al resultado final del proceso: “sólo tú serás tú“.
La última parte desarrolla un proceso equivalente al de la parte anterior, pero ahora es la promesa de liberación y purificación del yo. Cuando se produzca el encuentro de los amantes (” Y cuando me preguntes/ quién es el que te llama, / el que te quiere suya… “), el poeta se habrá despojado de todos los problemas rutinarios, complejos, apariencias…: “los nombres, / los rótulos, la historia“; los condicionamientos familiares y sociales: “lo que encima me echaron / desde antes de nacer“, para poder encontrarse con ella también puro e irreductible: “Y vuelto ya al anónimo / eterno del desnudo…”.
De nuevo, como en los versos finales de la parte anterior, un verso corto seguido de una pausa destaca el último verso del poema que es análogo al de “Sólo tú serás tú” y es también la conclusión del proceso de transformación del poeta: “Yo te quiero, soy yo”.
Para dar forma al poema, el autor se ha valido de unos cuantos recursos, pocos y básicos, pero que producen el efecto expresivo deseado. Destaca el uso de la enumeración un tanto caótica que está presente en las tres partes del poema: en la introducción con las “islas, palacios, torres”. En la primera parte: “señas, trajes, retratos”; “irreductible, pura, libre”. Y en la parte final: “los nombres, los rótulos, la historia”. Estas enumeraciones transmiten el estado de ánimo exaltado del poeta, a la vez que sirven para resumir magistralmente todo un conjunto mucho más amplio de conceptos que se encierran bajo estas breves notas.

(Conclusión) El poema representa de manera admirable la poesía amorosa de Pedro Salinas y su estilo poético: sentimientos sinceros tratados en profundidad, búsqueda de la abstracción a través de las palabras, universalización del amor y de la mujer amada que es a la vez una concreta y todas ellas. Es un buen ejemplo de poema redondo en el sentido de que forma y fondo, continente y contenido se comunican de manera admirable: el tema es el amor puro, idealizado, casi abstracto, y para expresarlo se elige una expresión sencilla, “pura”, que se apoya en la abstracción de las palabras, las enumeraciones, los paralelismos y la intensidad o densidad expresiva.




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